Perú, una gran paradoja El milagro peruano no es “económico”.
“La posición
geográfica del Perú, sus recursos mineros y las riquezas de sus suelo, abierto
a todos los climas, le destinarían un lugar prominente en el porvenir de los
países americanos”(Jean Baptiste Popelaire, barón de Terloo) (Nota 1)
En los últimos años, el Perú se
convirtió en una “estrella” entre los países no desarrollados, reconocido por su buen desempeño económico y por el potencial
de crecimiento y desarrollo.
La reducción de la dinámica económica
china ha tenido un gran efecto negativo, que acabó con el crecimiento sostenido
de la actividad económica peruana, especialmente la que se apoyaba en bienes de
la actividad primaria para los cuales China era el principal consumidor.
El Perú tiene una gran riqueza natural,
histórica, cultural y todas las condiciones para convertirse en un verdadero
país desarrollado, condición viable si se tiene en cuenta que países que no
tienen ni el 1%de los recursos peruanos (como Singapur) han logrado posicionarse
como países desarrollados. Por la manera como se conducen los actos
económicos, políticos y sociales, el Perú está muy lejos de ser
país desarrollado y quizás nunca lo logre, pues se cumple un refrán popular
“Dios le da barbas al que no tiene quijada”, aludiendo a la situación de que tiene
los recursos y riquezas pero no los merece.
O quizás, existe un percepción errada de la naturaleza de las riquezas: Los ricos y fértiles territorios, los bosques, el mar abundante en especies, la herencia cultural e histórica no son las riquezas, son solo recursos para que la verdadera expresión de riqueza de un país, la gente, pueda obtener los medio a partir de los cuales se forme la posibilidad de desarrollo. En ese sentido, Singapur sin tener prácticamente nada de recursos naturales, Corea del Sur o Israel sin alcanzar los niveles de expansión geográfica y biodiversidad que caracterizan al Perú, son países inmensamente ricos respecto y son desarrollados por tener una riqueza enorme en su gente y en su potencial, en su capacidad de transformar las cosas y orientar los hechos a su favor.
El alto nivel educativo, la
visión compartida de futuro, la solidez del sentido nacional, la coherencia en
políticas, la existencia de lideres genuinos, la integración territorial en
sentido geográfico, político, económico, social; todos estos aspectos en el nivel que presentan
son indicadores del nivel de desarrollo de estos países; situación actual que no es motivo para que se
queden inactivos porque continuamente
actúan para formar y consolidar
el futuro. En el Perú no hay nada de lo anterior, por tanto, la
pretensión de país desarrollado es estéril, exagerada y demuestra que se padece
en extremo del mal de Hubris, una enajenación de la realidad a partir de éxitos
fragmentados, transitorios y quizás aleatorios,
que no son consecuencia del
talento y trabajo sino de hechos externos favorables, de un viento a favor esporádico.
Se llamaba el “milagro peruano” al desempeño exitoso del Perú, lo que en verdad no lo es ya aquí se apoya en circunstancias excepcionalmente favorables, lo que no es ningún mérito pues quien un productor y encuentra un comprador ávido, puede obtener precios más altos y ganar mucho en el comercio.
Se habla de la “maldición de
los recursos naturales” como un factor del atraso general en un país. Falacia
pura, porque los recursos (pesquerías, bosques tierras fértiles, paisajes) no
son personas y por ello, no debe culpárseles de nada. La maldición está en las
personas y grupos sociales, políticos y económicos malintencionados que viven y
medran donde existen esos recursos. Entonces, con la misma visión sesgada, ¿debe decirse que Israel o Singapur
son países afortunados por disfrutar de la “bendición de la carencia de
recursos naturales”? Australia tiene recursos naturales y es un país
desarrollado; Finlandia no tiene la enorme cantidad y variedad de recursos
naturales que el Perú y es país desarrollado.
El verdadero milagro es que el país
se mantiene en pie y a veces aproveche circunstancias favorables pese a la
acción negativa, obstructiva y destructiva de los agentes económicos, políticos
y sociales que actúan como quintacolumnistas. El verdadero milagro es que a
pesar de no tener instituciones sólidas, de no contar con una visión de país,
de no ser una nación integrada, de no tener homogeneidad en el trato entre
peruanos, por la existencia de zonas en los confines del territorio que están
abandonadas totalmente por el “estado peruano”, por la existencia de “zonas liberadas” en el
corazón del país bajo el control de los narcotraficantes y terroristas. se mantiene como un país, un
territorio más como nación presenta una situación endeble.
En los países africanos o
árabes es común ver presidentes o gobernantes cuestionados por corrupción despotismo,
tiranía; gobernantes que terminan ajusticiados. Entre los países latinoamericanos,
para los que se supone tienen una ideología política más refinada y lejana a la barbarie “africana”,
el Perú es el único que tiene el dudoso honor de tener a sus tres últimos presidentes
como malos ejemplos. Fujimori, en la cárcel, Toledo y García, cuestionados y protegidos por un poder
judicial, que es la institución más corrupta. La lista de altos funcionarios
con delitos de todo tipo (dolo, nepotismo, robo directo, peculado, extorsión,
complicidad o dirección directa de grupos criminales, crímenes, proxenetismo,
actividades ilegales, narcotráfico, etc.) incluye además de presidentes a ministros,
congresistas, alcaldes, funcionarios, llenaría una guía telefónica.
Sin
embargo, no hay sanción porque el reino de la impunidad se ha establecido e
institucionalizado, hecho dramático que se revela en la frase “Roba, pero hace
obra” que sirve como guía para elegir a los candidatos en elecciones públicas
nacionales, regionales o locales. Un
candidato con prontuario y antecedentes que tenga es elegible y elegido en el
Perú, un candidato honesto que como Winston Churchill, en su afán de liberar al Perú de su miseria, ofrece
“Sangre, sudor y lágrimas”, no es elegible ni elegido, es una paria, un iluso,
un loco en un país donde la demencia y la anomia parecen haber establecido
firmemente su reino.
Existe miseria,
pobreza, exclusión, desintegración y estos hechos se ocultan bajo
estadísticas falaces, pero la gente que realmente “hace patria” lucha por mejorar su condición
y alcanzar un mejor nivel de vida, Seria magnifico, y naturalmente otro
milagro, que este empuje individual, de
unos pocos individuos o grupos sociales se extendiera a toda la población,
El verdadero milagro, es pues, el Perú una nave que hace agua por doquier, que lleva muchas riquezas a bordo y que pese a todo el esfuerzo de los políticos y la ausencia institucional, se mantiene a flote.
¿Cómo sería el Perú, si a las ingentes riquezas, se le agregara la existencia y vigencia de instituciones sólidas, creíbles, políticos honestos y comprometidos, verdaderos líderes, educación de primer nivel, una visión compartida, una meta nacional de largo plazo por la que luchan todos? De canoa deteriorada pasaría a ser un enorme y poderoso trasatlántico.
El Perú es una gran paradoja,
pues a pesar tener todo, no reúne ni crea las condiciones para ser
desarrollado. Los esfuerzos aislados de unos pocos se estrellan contra la indiferencia,
oposición y abierta hostilidad de muchos. Aun así es bueno vivir en este país,
donde la lucha por el progreso personal y social es más difícil, más ardua,
lucha que no debe abandonarse porque nos obliga a descubrir y emplear lo mejor
de nosotros mismos, de los pocos que conocemos y amamos nuestra patria grande,
a nuestra patria chica.
J. B. Popelaire decía
premonitoriamente: “El progreso aquí es
un sueño, tendrán que pasar siglos para que los peruanos evolucionen hasta
respetara la autoridad. Tendrán que apsara siglos para que esta sea respetable.
Tiene el Perú una larga etapa a por recorrer antes de que puedan decir sus
hombres “Somos una nación” “.
Profético, lapidario, incuestionable.
Objetivo. En este hermosos país existimos algunos que podemos cambiar la
profecía, que podemos cambiar la mentalidad de modo que no digamos únicamente “Somos una nación” , sino algo mejor ;
que los demás pueblos digan que “Somos una gran nación” ¿Imposible? No; ¿Muy difícil?
Sí.
Referencias
El Comercio, 5 de junio del
2012, Suplemento Dominical, p. 2
Nota 1. Jean Baptiste
Popelaire, barón de Terloo, fue un naturalista belga que viajo por el Perú
entre 1840 y 1843 investigando la flora y fauna. Observador agudo del espíritu
de los pueblos que visitaba , hizo declaraciones proféticas sobre el destino del
Perú.
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